Contexto
histórico
El momento histórico al cual
pertenece el Renacimiento fue una
compleja transición entre dos épocas que por mucho tiempo ha sobrellevado el
calificativo de "corte o ruptura",
permitiendo así, establecer una
noción de cambio. Sin embargo, esta noción de cambio histórico puede enfocarse
en el marco de una larga continuidad de transformaciones que fueron
produciéndose en el transcurso de la Baja Edad Media. Se
asiste de esta manera al renacimiento de las ciudades, al renacimiento del
comercio, a las innovaciones tecnológicas, a la era de las roturaciones, al
siglo de las corporaciones, a la expansión europea, al resurgimiento del
Estado. Poco a poco el feudalismo entraba en crisis; poco a poco un sistema
capitalista ascendía. El siglo XlV, de peste, hambre y guerra" aceleró este proceso de hundimiento
y significó el paso definitivo hacia la consolidación de un nuevo sistema. Las
transformaciones ocurridas durante estos siglos
no fueron funcionales con la
teoría de las tres órdenes; el modelo no coincidía con la realidad concreta del
desarrollo económico que comenzó a fines del siglo Xl: la estratificación
social se hizo mas compleja, se estimuló el impulso a la iniciativa personal
-la esperanza de la promoción individual-. En estos marcos se hacía necesario
construir nuevas imágenes, nuevos esquemas: el gótico, el caballero, el amor
cortés por ejemplo.
Los efectos nocivos y
perjudiciales a primera vista causados por las hambrunas y la peste negra no fueron sino los últimos disparadores que
se necesitaba para poder comenzar el total desprendimiento de los elementos
feudales: liberalización campesinado, reorganización comercial, fin vínculo
corporativo, nuevos centros manufactureros, nuevas técnicas comerciales,
nobleza cortesana. Así el Renacimiento comercial y el urbano respondían a un
rápido proceso de recuperación de la "crisis" basado y estimulado por
todos estos "avances".
El desarrollo urbano y el florecimiento de las
relaciones comerciales se gestaron a partir de las Cruzadas, moldearon
durante la "baja Edad Media" : los
ejes comerciales de la Hansa y de las ciudades italianas; el desarrollo
comercial y financiero así como el despegue claro de un nuevo sector social: la
burguesía. Un nuevo espíritu se venía gestando. La misma consolidación de
Estados bajo Monarquías Nacionales en la búsqueda de centralización del poder político pondría de manifiesto el
advenimiento del absolutismo y el mapa moderno europeo se configuraría en una
realidad más próxima.
En Italia, península avanzada económica y socialmente por su
organización en las ciudades abiertas, y enriquecida por el comercio europeo a
lo largo de toda la Edad Media, en el siglo XV , el renacimieto madura sus
formas por sus contactos. A lo largo de toda la Edad Media, Italia mantuvo una
supervivencia de los elementos clásicos, y dotó de una personalidad diferente a
los estilos europeos (románico, gótico) que llegaban a su suelo
interpretándolos siempre con un cierto clasicismo de proporciones y estilos. Es
por tanto viable fijar una exacta para la aparición del Renacimiento en Italia.
Por el contrario, en el resto de Europa puede señalarse con toda precisión el
momento en el que irrumpen las nuevas formas maduras de Italia. Así, el
Renacimiento surge al contacto con lo italiano en torno a 1490- 1500, cuando en
Italia ya se ha realizado mucho de lo más significativo del estilo.
Renacimiento y
Humanismo
Para Panosfky, el
renacimiento “(...) se mantuvo unido a la
edad media y la herencia de la antigüedad clásica no llegó a perderse,
existiendo movimientos renovadores antes de la gran renovación, que culminaría
en la época de los Médicis. El mundo antiguo, aunque deformado, estuvo presente
y no se perdió durante la Edad Media, y así en contraste con la variedad de
renacimientos medievales, este renacimiento significó un cambio permanente
(...) [que] terminaron por provocar la aparición de un nuevo tipo de hombre, la
concepción de un nuevo tipo de artista (...)”.
Por su parte, Arnold Husser
señala: “(...) cuanto hay de caprichoso
en la separación que se acostumbra a hacer de la edad media y la moderna, y
cuan indeciso es el concepto de Renacimiento cuando se advierte la dificultad
para encuadrar en una u otra categoría figuras como Petrarca, Boccaccio,
Gentile Da Fabiano (...), si se quiere Dante y Giotto pertenecen ya al Renacimiento,
y Shakespeare y Moliere todavía a la Edad media”
Los grandes pilares de la ruptura, o de la renovación son varios: el más
llamativo es el Humanismo
como nuevo enfoque de la visión teocrática de la sociedad y el cosmos hacia el
papel central del hombre y sus actos.
Los humanistas confían en la inteligencia y en la razón, están interesados en el estudio del universo
y de la naturaleza. La anatomía del hombre fue objeto de cuidadoso estudio por
parte de científicos, que dibujan uno a uno sus descubrimientos. La maestría
necesaria para estos dibujos confundió con frecuencia el papel del científico
con el del pintor, que adquiere por eso una relevancia inusitada hasta ese
momento. Un pintor, además, debía de tener hondos conocimientos de mitología,
historia y teología para estar capacitado en la representación decorosa de las
historias que había de narrar. Este volver a centrarse en lo humano no
significa en un abandono de lo divino; al contrario, lo divino es revisado
desde la perspectiva humana para dotarlo de una mayor significación: Dios trata
de hacerse inteligible a la razón humana, en vez de limitarlo a la emoción de
la fe.
En opinión de Panofsky el Renacimiento “(...) no sería otra cosa que el
ejemplo más famoso y espectacular de un renacer de la cultura que coincide y se
desarrolla paralelamente a una renovación de la cultura clásica (...).
Debemos admitir que el gran renacimiento
no fue tan único ni tan decisivo como se ha venido creyendo; que el contraste
de culturas no hubo se ser forzosamente
tan acusado como lo pensaban los humanistas, (...) dentro de la Edad Media se
dieron algunos movimientos de renovación intelectual que participaron del mismo
carácter del movimiento del siglo XV. No existe ninguna línea divisoria entre
una cultura medieval y una renacentista”.
Vemos entonces que –y aquí
también seguimos a Panosfky- “(...) a
partir de los siglos XI y XII el arte medieval hizo asimilable la antigüedad
clásica por vía, por así decirlo, de descomposición. Correspondió al
renacimiento italiano la tarea de re-integrar los elementos separados. El arte
renacentista no sólo puso fin a la paradójica práctica medieval de restringir
la forma clásica a temas no clásicos, sino que rompió además el monopolio que
la arquitectura y la escultura mantenían sobre la estilización clasicista”.
Desde el renacimiento, la
antigüedad ha estado siempre presente lA cultura occidental, vive en
las matemáticas, en las ciencias naturales, en los teatros, los cines, etc..;
cabe decir que no fue el único renacimiento de la historia europea occidental,
ya que habrían existido diferentes movimientos renovadores, durante el
medioevo, como ser: la renovatio
carolingia, el renacimiento otoniano, el proto-renacimiento y el
proto-humanismo. Todos ellos trataron de recuperar en algún sentido a la
antigüedad, pero es durante el renacimiento italiano de los siglos XV y XVI
donde se empezó a contemplar el pasado clásico desde concepciones espaciales y
ópticas nuevas.
Según Alcaide y Checa “(....) Las transformaciones fueron más
profundas y radicales en el campo de la cultura, donde se produce una
disociación sin traumas entre Cristianismo y cultura laica, debido a que esta
cultura nueva no es anticristiana. (...) es una emancipación con respecto al
monopolio cultural ejercido secularmente por la Iglesia, pero lo que no cambia
son toda una serie de creencias tradicionales de carácter religioso que sirven
de justificación (...) al nuevo sistema”.
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